Un día me entro la sensatez de investigar los requisitos
necesarios para realizar un viaje a Indonesia. Afortunadamente pertenezco a uno
de los países que desde el 2011 tienen la ventaja de recibir la visa al llegar
al país, con el módico pago de 25 dólares americanos. El vuelo por otro lado
tiene un precio que salta entre 25 mil pesos a 50 mil dependiendo del día,
vuelo redondo. Esa noche, antes de dormir, busqué imágenes de Indonesia y de su
cultura, con esas imágenes coloridas y desconocidas me quede dormida.
Mi sueño comienza en un puesto de comida, en una ciudad con
un tono oriental. Me preparaban una bola de arroz con carne, con un cubo muy
fino color verde sobre él y recuerdo que hasta me preguntaron si le quería
agregar salami. En éste puesto que estaba frente a una de las calles
principales (lo asumo por el movimiento tan fluido de peatones que manejaba, aún
siendo una calle muy angosta) se presentó ante mí un hombre cuyos rasgos no
pude identificar bien, pero sentí que era mi amigo. Lo seguí sin haber probado
un bocado de ese manjar de ensueño. Caminamos por la calle, la cual subía y, a
lo lejos, se podía distinguir una casa más grande y elegante que el resto,
nosotros no íbamos hacia ese lugar, sólo caminábamos sin rumbo. Mi amigo me
explico que era muy común encontrarme personas que me quisieran ayudar,
normalmente nos rodeamos de personas bondadosas.
-Pero no pienses en hablar con los supremos, ellos no te van
a dirigir la palabra y es probable que te hagan algo malo sin pensarlo.
En ese momento, de la casa superior, sale un hombre con un
extravagante vestido, pantalón blanco, playera blanca, con decoraciones color
rojo que recorrían el pantalón y la playera y salían de su ropa por medio de
finos cables. Todo su conjunto lo hacía parecer una deidad. El hombre pasó a nuestro lado sin vernos y siguió
su camino como si fuera el dueño del lugar (probablemente lo era). Mi amigo me
explico que las personas que pueden entrar a esa casa toman un agua especial,
el agua más pura de la tierra. Me contó historias sobre cómo esa agua mágica elevaba
a aquellos que la tomaran y estaba prohibida para muchos.
Medite sobre aquello un largo rato y seguí recorriendo la
ciudad, todas las calles se veían iguales, y en la cima se observaba siempre la
misma casa. El deseo por probar esa agua se apoderó de mí. Por esto, deje de
alimentarme y de ingerir cualquier líquido, me estaba matando de hambre y si no
era eso, sería deshidratación. Lo único que iba a aceptar era ese líquido mágico.
En un momento, mientras me tambaleaba débilmente por la calle, me encontró mi
amigo y yo perdí el conocimiento. Mi amigo me llevo en sus brazos hacia la casa
de la cima y me dejo en el marco de la puerta. Cuando una mujer se acerco para
abrir la puerta, sentí una inmensa energía y entre con gran velocidad a la
vivienda. Limpié rápidamente todas las habitaciones que encontré. Cuando toda
la casa (la cual no se veía elegante, parecía cualquier casa con un estilo
oriental, ni siquiera tenía muebles) quedo reluciente, caí sobre el suelo, de
nuevo sin energía. La mujer se acerco a mí, y dejó un recipiente lleno de agua
color azul índigo. Con debilidad acerque mis manos en posición de cucharon al
agua, levante un poco y le di un trago.
Nada pasó. Nada había cambiado, sentí como el agua era tan
ordinaria como cualquiera, o tan mágica como cualquier otra. Yo no me sentía
diferente, seguía sintiéndome agotada, mis manos ardían por la limpieza tan
ardua que había realizado. Deje caer mis manos sobre el agua y sentí su frescura. Con las manos hundidas en el agua,
desperté de mi sueño.